La Leyenda de Urashimataro ( )
| Juan Pardo - Terra Celta |
La leyenda de Urashimataro, que pertenece a la tradición oral japonesa desde antaño, fue rechazada por el emperador Genmei en su Fuudoki, una especie de archivo regional que incluía tanto el folklore y leyendas hasta un informe geográfico y climático, tratando así de facilitar que los impuestos fluyeran con más agilidad a la capital desde las casi sesenta provincias que componían por aquel entonces Japón.
La historia cuenta que un joven campesino, caminando tranquilamente cercano a la playa, observó como un grupo de niños atacaba con palos y piedras a una tortuga. La tortuga, torpemente, intentaba zafarse de los ataques, sin embargo apenas podía hacer nada con sus torpones pasos.
El hombre, sorprendido, agarró un palo que encontró en la arena y ahuyentó a los niños, salvando así a la tortuga. De repente, la tortuga se convirtió en una bella mujer vestida con caros ropajes cortesanos de color esmeralda. La mujer, agradecida, le agarró de la mano, sumergiéndole en las profundidades del mar, llevándole como invitado de honor en el Palacio de los Mares. Allí, el campesino disfrutó de los más increíbles lujos, viviendo con felicidad junto a la bella cortesana.
Pero, al cabo de un tiempo, comenzó a añorar su hogar y la familia que había dejado allí, sintiéndose cada vez más desdichado. Un buen día, cuando la pena le consumía y la nostalgia le vencía por completo, expresó a la cortesana su deseo de regresar a casa. Ella, con una cándida sonrisa, aceptó su decisión y le dio como recuerdo de aquellos tiempos felices una pequeña caja decorada con estrías doradas advirtiéndole que, pasara lo que pasara, no la abriera.
Tras despedirse, el campesino regresó a su aldea, sin embargo allí ya nadie le reconocía y la pequeña casa en la que vivía junto a su familia ya no estaba allí. Desesperado, huyó a la playa entre llantos y allí clamó a la cortesana que volviera aparecer para pedirle explicaciones. Aquella noche, angustiado, buscó tortugas caminando junto al mar sin encontrar ninguna.
Vencido, decidió abrir la caja que le había regalado la cortesana y, al hacerlo, fue transportado trescientos años hacia atrás, justo al instante en el que murió ahogado en el mar tras salvar a una tortuga de unos niños.